Cuando vamos a un restauran, ¿Qué elegimos?, un plato nuevo o uno que ya conocemos. Si pedimos un plato nuevo, corremos el riesgo que no sea de nuestro agrado, en cambio, si pedimos un plato ya conocido, tendremos la certeza que saciaremos nuestro deseo de alimentarnos sin sufrir contratiempos, renunciando si, a vivir la experiencia, incierta por supuesto, de descubrir nuevos sabores.
De decisiones cotidianas como éstas, depende nuestra posición frente a situaciones más trascendentes. Es lo que llamamos actitud conservadora, o por el contrario, actitud vanguardista. En política están los que desean que nada cambie significativamente, por temor a perder sus privilegios y otros que preferirían que las autoridades corrieran más riesgo en su toma de decisiones, para provocar cambios que favorecieran a todos.
¿Qué ocurre en arte? Está lo aceptado, lo seguro. Es lo que mi amigo Iván llama Cultura, es lo que los Licenciados en Arte y otros “expertos” certifican con su rótulo de calidad para que el gran público pueda apreciar y disfrutar. Y está lo incierto, lo experimental. Es lo que mi amigo Iván llama contracultura, que corre riesgos, con resultados muchas veces fallidos y otras con pequeños aciertos. Es lo que no califica en el mercado de la Cultura, por lo tanto no tiene acceso a las salas instaladas y los grandes públicos, por lo tanto busca pequeños espacios y su público, joven , dispuesto a correr riesgo e incomodidades, es protagonista activo de ese proceso.
¿Qué rol juega el Consejo de la Cultura? ¿Y el Fondart? ¡¡¡ Chupalla!!! Exclama el cronista para reflejar identidad y expresar nostalgia. Recuerdo ese tiempo de los Cabildos Culturales, en que ingenuamente buscábamos fundar los cimientos de una institucionalidad para los artistas, donde aún no se aparecían los Académicos, Licenciados en Arte, Antropología y Sociología y expertos varios, a iluminarnos con sus conocimientos universitarios. Eran reuniones largas por cierto, en donde había que soportar intervenciones que exudaban mucho ego y grandes necesidades de reconocimiento, pero siempre al final, una aspiración, que el arte cumpliera un rol activo de transformación de la sociedad. Miren que concepto más revolucionario y riesgoso, transformación, que es cambiar, mutar, más que eso, es más que cambiar. Y el Fondart, apoyaba ideas, pueden creerlo apoyaba ¡IDEAS! O sea venía un gil, y decía tengo una idea ¡y lo apoyaban!, corrían el riesgo de que fuera una mala idea artística, o mejor dicho, que en su concreción resultara ser un fiasco.
Después nos alegramos. Tuvimos institucionalidad Cultural. Y ahora estoy cayendo en cuenta, miren que soy amermelado, la palabrita Cultura, siempre estuvo presente, nos reuníamos en Cabildos Culturales, para diseñar la Institucionalidad Cultural, y Roberto Gomes, que en los Cabildos no perdía tiempo en nuestras reuniones, decía que Cultura era todo lo que estaba entre el polvo y las estrellas, que en el fondo era todo y nada. Después fue coherente, cuando fue Director Regional de Cultura, hizo todo y nada.
Y el Consejo de la Cultura también ha sido coherente, se ha empezado a asegurar. Se arrimó a las Universidades con sus Licenciados en Arte, Antropólogos y Sociólogos y empezó a evitar riesgos, para evitar fenómenos como la Casa de Vidrio, que cosa rara, hace diez años hablaba de la transparencia y la exposición mediática, hoy la palabra transparencia sería muy “cultural” y con tanto reality, la exposición de la intimidad sería muy atingente. Para que hablar de la obra sobre Arturo Prat, que costó la salida de Nivia Palma de nuestro amado Consejo. No, hoy el Consejo es seguro, predecible, no incomoda a esa gran mayoría conservadora que gobierna el país. De pronto Parra, quiere salirse de madre en el Centro Cultural Moneda, y se le permite, porque es Parra, pero la funcionara que produce la exposición es despedida. Anoten Directores Regionales de Cultura, sean cuidadosos, asesórense por académicos, en lo posible conservadores en materia de Arte, de esta manera, a su vez, ustedes conservarán sus puestos.
El Fondart, también ha tomado sus prevenciones. Ha creado mecanismos “que aseguren la calidad artística de la propuesta”. Hoy no apoya ideas, apoya propuestas, pero como una propuesta puede ser tan incierta como una idea, busca asegurarse solicitando miles de documentos que le permitan evitar los pasos en falso, currículo del postulante, en donde los estudios cumplen un rol fundamental, diseño de la obra, certificado de simpatía, situación militar al día, cotizaciones, certificado de residencia, nacimiento y defunción. Es lo que se llama el primer filtro, para definir el perfil del recurso humano que buscamos para producir Cultura, y si te falta un papelito, lo sentimos dice el computador, y uno imagina una sonrisa, entre maquiavélica y funcionaria entre las sombras del Consejo. Los que logran pasar el Casting, se ven enfrentados al jurado, Licenciados en Arte, expertos del buen gusto y las buenas maneras artísticas, que evitan auspiciar visiones parciales de la realidad, para favorecer visiones consensuadas, disfrazadas de universalidad. A esto debemos sumar a Antropólogos y Sociólogos, por lo general muy jóvenes, que han aprendido muy bien las técnicas del mercado para conseguir pega, y que se reduce a la legitimación que da la Academia, para posicionarse con estudios de escritorio y hacer currículo con estas participaciones “practicas”, que darán cuenta, en el futuro, de su esperticia.
¿Qué deben hacer los creadores entonces? Dos posibilidades, la más correcta, seguir las señales del Consejo de la Cultura, asistir a cuanto curso de capacitación del buen artista que se dicte, para acumular Certificados de Participación que después adicione al respectivo proyecto. Eso sí, un mínimo de decencia. Me ha tocado asistir a cursos, donde los capacitables van a la inauguración y a la clausura para recibir el cartoncito, la típica viveza del chileno. Por supuesto, cumplir con todos los documentos, ser rigurosos en eso. Aunque calculo que cada vez se crearán nuevos requisitos, uno que se viene es el certificado que acredite “la no participación en organizaciones y actos terroristas”. En cuanto a temáticas y estéticas, recomiendo darse una vuelta por la Universidad de Talca y Católica, revisar la programación del TRM, eso es Cultura, aunque no todo, el Che Copete y Tony Esbelt, son parte del Entretenimiento Cultural, tema que abordaremos en el futuro.
Los otros, los contraculturistas o contracultorosos, sigan en la suya. Sigan corriendo riesgos, sigan equivocándose e inviten a los jóvenes a equivocarse. Sean cínicos, postulen al Fondart, cumplan con todos los requisitos, que los conservadores necesitan vestirse de progresistas, y algunas migajas caerán para financiar sus iniciativas. Pero sobre todo, sigan haciendo fiestas y talleres para financiar sus sucuchos. Solamente empiecen a preocuparse, cuando sean demasiado aceptados, pueden ser ya, parte de la tan prestigiada Cultura Maulina.
Yo, ya estoy viejo y prefiero irme a la segura, estoy haciendo mi anfiteatro en la soledad de Llongocura, donde tengo mi propia lucha, cuerpo a cuerpo, con la naturaleza.
HECTOR FUENTES.
De decisiones cotidianas como éstas, depende nuestra posición frente a situaciones más trascendentes. Es lo que llamamos actitud conservadora, o por el contrario, actitud vanguardista. En política están los que desean que nada cambie significativamente, por temor a perder sus privilegios y otros que preferirían que las autoridades corrieran más riesgo en su toma de decisiones, para provocar cambios que favorecieran a todos.
¿Qué ocurre en arte? Está lo aceptado, lo seguro. Es lo que mi amigo Iván llama Cultura, es lo que los Licenciados en Arte y otros “expertos” certifican con su rótulo de calidad para que el gran público pueda apreciar y disfrutar. Y está lo incierto, lo experimental. Es lo que mi amigo Iván llama contracultura, que corre riesgos, con resultados muchas veces fallidos y otras con pequeños aciertos. Es lo que no califica en el mercado de la Cultura, por lo tanto no tiene acceso a las salas instaladas y los grandes públicos, por lo tanto busca pequeños espacios y su público, joven , dispuesto a correr riesgo e incomodidades, es protagonista activo de ese proceso.
¿Qué rol juega el Consejo de la Cultura? ¿Y el Fondart? ¡¡¡ Chupalla!!! Exclama el cronista para reflejar identidad y expresar nostalgia. Recuerdo ese tiempo de los Cabildos Culturales, en que ingenuamente buscábamos fundar los cimientos de una institucionalidad para los artistas, donde aún no se aparecían los Académicos, Licenciados en Arte, Antropología y Sociología y expertos varios, a iluminarnos con sus conocimientos universitarios. Eran reuniones largas por cierto, en donde había que soportar intervenciones que exudaban mucho ego y grandes necesidades de reconocimiento, pero siempre al final, una aspiración, que el arte cumpliera un rol activo de transformación de la sociedad. Miren que concepto más revolucionario y riesgoso, transformación, que es cambiar, mutar, más que eso, es más que cambiar. Y el Fondart, apoyaba ideas, pueden creerlo apoyaba ¡IDEAS! O sea venía un gil, y decía tengo una idea ¡y lo apoyaban!, corrían el riesgo de que fuera una mala idea artística, o mejor dicho, que en su concreción resultara ser un fiasco.
Después nos alegramos. Tuvimos institucionalidad Cultural. Y ahora estoy cayendo en cuenta, miren que soy amermelado, la palabrita Cultura, siempre estuvo presente, nos reuníamos en Cabildos Culturales, para diseñar la Institucionalidad Cultural, y Roberto Gomes, que en los Cabildos no perdía tiempo en nuestras reuniones, decía que Cultura era todo lo que estaba entre el polvo y las estrellas, que en el fondo era todo y nada. Después fue coherente, cuando fue Director Regional de Cultura, hizo todo y nada.
Y el Consejo de la Cultura también ha sido coherente, se ha empezado a asegurar. Se arrimó a las Universidades con sus Licenciados en Arte, Antropólogos y Sociólogos y empezó a evitar riesgos, para evitar fenómenos como la Casa de Vidrio, que cosa rara, hace diez años hablaba de la transparencia y la exposición mediática, hoy la palabra transparencia sería muy “cultural” y con tanto reality, la exposición de la intimidad sería muy atingente. Para que hablar de la obra sobre Arturo Prat, que costó la salida de Nivia Palma de nuestro amado Consejo. No, hoy el Consejo es seguro, predecible, no incomoda a esa gran mayoría conservadora que gobierna el país. De pronto Parra, quiere salirse de madre en el Centro Cultural Moneda, y se le permite, porque es Parra, pero la funcionara que produce la exposición es despedida. Anoten Directores Regionales de Cultura, sean cuidadosos, asesórense por académicos, en lo posible conservadores en materia de Arte, de esta manera, a su vez, ustedes conservarán sus puestos.
El Fondart, también ha tomado sus prevenciones. Ha creado mecanismos “que aseguren la calidad artística de la propuesta”. Hoy no apoya ideas, apoya propuestas, pero como una propuesta puede ser tan incierta como una idea, busca asegurarse solicitando miles de documentos que le permitan evitar los pasos en falso, currículo del postulante, en donde los estudios cumplen un rol fundamental, diseño de la obra, certificado de simpatía, situación militar al día, cotizaciones, certificado de residencia, nacimiento y defunción. Es lo que se llama el primer filtro, para definir el perfil del recurso humano que buscamos para producir Cultura, y si te falta un papelito, lo sentimos dice el computador, y uno imagina una sonrisa, entre maquiavélica y funcionaria entre las sombras del Consejo. Los que logran pasar el Casting, se ven enfrentados al jurado, Licenciados en Arte, expertos del buen gusto y las buenas maneras artísticas, que evitan auspiciar visiones parciales de la realidad, para favorecer visiones consensuadas, disfrazadas de universalidad. A esto debemos sumar a Antropólogos y Sociólogos, por lo general muy jóvenes, que han aprendido muy bien las técnicas del mercado para conseguir pega, y que se reduce a la legitimación que da la Academia, para posicionarse con estudios de escritorio y hacer currículo con estas participaciones “practicas”, que darán cuenta, en el futuro, de su esperticia.
¿Qué deben hacer los creadores entonces? Dos posibilidades, la más correcta, seguir las señales del Consejo de la Cultura, asistir a cuanto curso de capacitación del buen artista que se dicte, para acumular Certificados de Participación que después adicione al respectivo proyecto. Eso sí, un mínimo de decencia. Me ha tocado asistir a cursos, donde los capacitables van a la inauguración y a la clausura para recibir el cartoncito, la típica viveza del chileno. Por supuesto, cumplir con todos los documentos, ser rigurosos en eso. Aunque calculo que cada vez se crearán nuevos requisitos, uno que se viene es el certificado que acredite “la no participación en organizaciones y actos terroristas”. En cuanto a temáticas y estéticas, recomiendo darse una vuelta por la Universidad de Talca y Católica, revisar la programación del TRM, eso es Cultura, aunque no todo, el Che Copete y Tony Esbelt, son parte del Entretenimiento Cultural, tema que abordaremos en el futuro.
Los otros, los contraculturistas o contracultorosos, sigan en la suya. Sigan corriendo riesgos, sigan equivocándose e inviten a los jóvenes a equivocarse. Sean cínicos, postulen al Fondart, cumplan con todos los requisitos, que los conservadores necesitan vestirse de progresistas, y algunas migajas caerán para financiar sus iniciativas. Pero sobre todo, sigan haciendo fiestas y talleres para financiar sus sucuchos. Solamente empiecen a preocuparse, cuando sean demasiado aceptados, pueden ser ya, parte de la tan prestigiada Cultura Maulina.
Yo, ya estoy viejo y prefiero irme a la segura, estoy haciendo mi anfiteatro en la soledad de Llongocura, donde tengo mi propia lucha, cuerpo a cuerpo, con la naturaleza.
HECTOR FUENTES.